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No es nada descabellado asegurar que la saga John Wick es el gran estandarte del cine de acción contemporáneo. Más allá de la fascinante mitología desplegada a lo largo de sus cuatro entregas, lo que convierte en imprescindibles a este puñado de películas dirigidas por Chad Stahelski (quien, antes de convertirse en cineasta, ejerció profesionalmente como doble de acción) es su compromiso absoluto con las formas. Así, los cuatro capítulos estrenados hasta el momento son, en este sentido, cine y nada más que cine en su más puro estado, si entendemos éste como una expresión artística que tiene su fundamento en el uso expresivo de las imágenes en movimiento, el sonido y el montaje. Reside ahí, al menos en opinión del que escribe, el gran interés de una franquicia cuyo auténtico “fondo” no es otro que la “forma”, es decir, la indagación constante en los límites de la puesta en escena (y su forzamiento, en aras de expandirlos) y del tratamiento del tiempo y el espacio cinematográfico. Sirva todo esto para decir que Ballerina, supuesto spin-off de las películas de Stahelski, no es, en realidad, tal cosa (por mucho que así se nos quiera vender): el relato está ambientado en el mismo universo, sí, y también comparte algunos de sus personajes (el propio Wick aparece en un puñado de secuencias), pero, si rascamos un poco más allá de la mera superficie, no tardaremos en darnos cuenta de que, en realidad, no hay en esta película derivada atisbo alguno del espíritu genuino de la franquicia: aquel fascinante aparataje formal, siempre tan estimulante en su pretensión experimental, que era el verdadero protagonista, como decíamos, de los cuatro capítulos de la franquicia. Ojo: esto no significa que, a su manera, Ballerina no funcione. La película interpretada por Ana de Armas es un pasatiempo digno, rodado con oficio por Len Wiseman (el artífice de la aceptable cuarta entrega de La jungla de cristal), hábil en su estilizada forma de filmar la violencia y lo suficientemente elegante en el tratamiento de su vertiente más dramática. Vamos: que como película de acción convencional es eficaz. El problema está en que nos intenten hacer creer que Ballerina tiene algún vínculo «real» con John Wick. Y no, no existe tal vínculo. Ahí sí que no nos pillan.
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