Después de los 11 minutos de ovación recibidos la tarde anterior, Carla Simón presentó ante la prensa Romería.
Carla Simón, la productora María Zamora, los actores protagonistas Llúcia Garcia y Mitch y la directora de fotografía Hélène Louvart presentaron esta mañana en rueda de prensa Romería tercera película de la directora catalana, cierre de su trilogía sobre la búsqueda de identidad y la exploración de las relaciones familiares.
Simón empezó analizando el título y su doble significado. El de peregrinaje por ese viaje que realiza la protagonista, Marina, para conocer a su familia paterna en Vigo y, sobre todo, reconstruir la historia de amor de esos padres a los que no conoció. “Romería tiene un significado místico, casi religioso, de encontrar sus raíces, conectarse con sus padres, con la historia de amor que vivieron”, ha explicado. “Pero después descubrí que tiene otro significado en el norte de España y es el de la fiesta popular, y a mí me gustan mucho las fiestas populares [como hemos visto en sus anteriores filmes también– salen en la película y me gusta mucho retratarlo”.
A partir de ahí, Carla Simón pasó a hablar de la ficcionalización de su propia historia personal y familiar y de cómo Romería nació ya como una reivindicación más allá de ella. “Hay mucha ficción, sí que es verdad que yo conocí a parte de mi familia paterna cuando tenía la edad de Llúcia, pero no a toda, y la conocía en Madrid, y ese viaje a Galicia lo hice un poco más tarde, pero hay algo de mis emociones y curiosidad y también de mi frustración por no poder entender de manera profunda cómo fue la historia de mis padres, que es un poco el motor de la película y eso pasó de verdad”, contó. “Pero ese tour de cinco días no pasó, mi familia es aún más grande, los personajes están ficcionados para que realmente funcione como historia”.
A nivel personal, la película le ha permitido conocer mejor a parte de su familia, aunque ha reconocido que siempre quiso mantener cierta distancia: “Para contar esta historia que no es sólo mi historia sino la de mucha gente”.
“El sida en cada país tiene historias distintas, en EE UU tuvo mucho que ver con la homosexualidad, en Reino Unido con la inmigración africana y en España tuvo que ver con la crisis de la heroína que a su vez tuvo que ver con ese momento de felicidad y libertad que se experimentó después de franco, pero que tuvo una cara b, porque entraron muchas drogas… Se decía que mientras lo jóvenes estuvieran en drogas no entraban en política”, relató Simón en la rueda de prensa de Romería. “Fue devastador, los jóvenes no sabían las consecuencias como sabemos ahora”.

(Photo by Kristy Sparow/Getty Images)
La propia Carla Simón contó que se dio cuenta de la devastación de aquella época en la promoción de Verano 1993, que arrancaba con la muerte de la madre de la protagonista por sida. “Como siempre lo había vivido de manera natural en mi familia nuclear, porque siempre lo hablamos abiertamente. Creo que no fue hasta la promoción de mi primera película que me di cuenta de que era una historia compartida porque mucha gente me lo decía, y te das cuenta entonces de que es algo muy grande”, explicó.
“Toda la parte de escoger no contar tiene mucho que ver con el tabú de la epidemia de la droga”, añadió la productora María Zamora. Y, por eso, en el corazón de Romería siempre estuvo el deseo de reivindicar a esa generación perdida, de contar quiénes y qué les ocurrió.
‘ROMERÍA’ EN EL MAR
Para Simón, Romería no es sólo un salto lejos del cine naturalista de sus anteriores películas, un lugar más onírico, místico y poético en el que reflexiona sobre la memoria; sino que también “es un cambio de escenario” que le apetecía mucho “después de dos películas en lo rural”.
“Salir al mar daba algo como de libertad y conectaba con mi padre porque le gustaba mucho navegar y con este sitio específico, Galicia, los lugares fueron una guía para escribir el guion y conectarme con esa historia”.
Mitch, a su lado, explicó que preparó su doble papel conociendo a adictos a la heroína. Y la debutante Llúcia Garcia contó que le fueron muy útil los ensayos en los que se sintió muy conectada con Marina. “A veces salía enfadada como ella”, dijo.
Aunque el enfado dura poco porque su protagonista no siente ningún resentimiento hacia la familia de su padre. “Para mí siempre era muy importante contarlo en positivo y desde la luz, podíamos haber tenido un personaje muy enfadado con su familia y que les reprochara una falta de amor”, explicó la directora. “Pero como a ella no le ha faltado amor, aunque a priori parece que no hay conflicto, para mí lo hacía más interesante, desde esta curiosidad de entender tu historia también se puede hacer un viaje muy profundo”.
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